
El problema cuando juegas un juego y finalmente lo juegas es que quizás no te guste que creas que te gustó.
Pasó.
Deja la vaina. ¿Qué?, ¿se te enfermó el ánimo?, ¿no estabas más allá del bien y el mal, pues? Diminuta. Frágil. No te creas que eres tan diferente a mí, o que sientes tan distinto.
Esos ojos torcidos, esa sonrisa escondida, esa pena pendeja, esa distancia forzada, esa ofensión auto impuesta, esa arrechera contigo misma. El demonio de la tentación. El demonio de la moral. Eso. Terror.
¿Cuánto crees que aguante esa pared de papel mojado? Ponte las pilas, muchachita. Ven acá y dame un beso. Ah bueno.
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